martes, 3 de julio de 2012

Historia de regreso casi cierta


Me metí en ti porque era el único sitio
en el que no podrías encontrarme.
No abandoné tus pliegues ni las formas de tu infortunio,
sabía que vendrías, quizá no con la fortuna de salvarme
ni con tu certidumbre de siempre. Sabía que vendrías.
No podías equivocarte, tú tan infalible, no podías equivocarte.
No podías equivocarte, porque no es algo que fuera
precisamente posible.

viernes, 15 de junio de 2012

Y Daniel se desmaya


Quién sabe
qué tanto funcione la certidumbre,
mas sé que sirven
tus pecas para mis manos de astronauta,
tu centena de manchas de café.

No te me pierdas, una noche en un parque
de cielo poblado de puntos.
Quién sabe
dónde estés tú, cómo se llame la estrella
que te oculta.

Te entrego mi celular,
el control remoto, la guitarra de mi hermana,
mi risa llena de rostro.
Quién sabe,
podrían servir.

Mi tiempo verbal favorito es el futuro.
Qué tal hablarte de
haré, tendré, seré, veré, sabré, oiré y
pop ring.
Quién sabe.

jueves, 10 de mayo de 2012

Sub-venir


A nadie hemos contado este afán inofensivo de hacernos
contra todo pronóstico e ignorando los regímenes anatómicos
un par de buenos submarinos.

Yo bien dentro, bien cansado; tú tan limpia, tan hecha de agua.  
Escondidos.

A nadie hemos contado cómo están las playas solas y nuestras
cuando habito tus párpados y rechazo esa concepción pueril
que es perderse en los ojos del otro como en todo lo demás.

Tú bien limpia, bien hecha de agua; yo tan dentro, tan cansado 
como un par de buenos submarinos.

Ya estamos hechos,
no hay más que comer la flora del mar.

sábado, 31 de marzo de 2012

Poema de tristeza número diecisiete

Estuve viniéndome abajo el tiempo necesario
para adiestrar esta tristeza, para convocar mis costillas al receso,
para ponerle una correa a la tristeza, para sacarla a pasear a veces,
para romperme las costillas, los nudillos de tanto golpe al fin,
para quebrarme los dedos, para morderme la clavícula,
para autoflagelarme sin ponerme un dedo encima,
para llorar pulmones enteros, para no llorar agua, sino aire,
para fragmentarme la garganta, para dejar de ser el bienhablado
a la vez que el malquerido y el ajeno, 
para decir que todo está bien, que todo el tiempo y las vueltas de reloj
satisfacen las ganas de crecer, alimentan el afán de hacerse grande,
para decir que era lo mejor que tuve, para decir que no tengo tiempo,
para decir que nunca quiero estar tarde para hacerme daño,
para decir que quiero ser el primero en la fila de mi caída,
el primer espectador de mis abismos, el primero en darme de baja,
para recoger las cartas que nadie me dio y encender una hoguera limpia,
para pasar las manos bien rápido y jugar a que soy inmune,
para creerme cirquero, caerme desde alto y proferir los ays que quiera,
para ser el último en darme primeros auxilios,
para ser el primero en darme últimas vidas.

Estuve viniéndome abajo el tiempo necesario
para adiestrar esta tristeza, para no darme mala vida.

domingo, 18 de marzo de 2012

Swimmers

Y es una pena
porque me gustas y nunca te vi.
No nos faltaron tercios de ausencia, no nos
impidió la vida ni los ojos,
ni las postergaciones, ni un “luego te veo”
impersonal como el gesto ajeno y descentrado
que nunca vi.

Y es una pena
porque no podré nunca decir que te ves bien
pero que suenas mejor.
Ya no, ya no, ya no.
Todo se reduce a que por alguna tridimensionalidad,
a que por algún encanto perdido, un soplo perdido
de algún cuento de hadas,
nos fuimos invisibles,
y que donde estaba tu mano, habitaba una paloma,
que donde estaba mi boca veías la calle.

Es una pena, es más que un dolor, no sé qué tan cierto
porque me gustas y nunca te vi y quizá te verías bien,
y sonarías mejor
si sostuvieras tu retrato en el aire frente al invisible yo
mientras hablas.

martes, 21 de febrero de 2012

Yo quería decir que el tiempo era disléxico

Se fue todo al carajo.
Ya no más el cosquilleo inútil,
ya no más ese paisaje de tristeza bipersonal,
ya no más la mariposa en cautiverio,
ya no más el pensarte mía como posiblemente pudo ser,
ya no más hasta que el tiempo diga.
Y el tiempo es mudo.

Se fue todo al carajo.
El tiempo es un arbitrario, quejumbroso.
Ya no más la danza verbal, el taconeo de las palabras;
ya no más la sonrisa de reloj atascado,
ya no más el no escucharme,
ya no más hasta escucharnos
y el tiempo, el tiempo.

Se fue todo al carajo. Nadie nos lo dijo.
El tiempo es un cansado paralítico,
una llamada en espera, un par de adioses.
Ya no más la poesía de buganvilias,
ya no más las voces hasta tarde,
ya no más hasta que el tiempo diga,
si habla, si habla.

jueves, 16 de febrero de 2012

corazonaria

corazonaria, 
coraza árida, 
corazón área, 
con razón aérea, 
rosa aúrea, 
risa de horas, 
raído eros, 
calma agria,
alma sobria,
cama seria,
jamás sería
corazonaria.