Se me va escapando el atardecer
mientras me veo y te veo correr despacio,
escapando de nuestras sombras, tenues,
que silentes, miran; sin saberlo,
producen los estragos.
Con la violencia de un espasmo,
entre papeles rotos y salpicados
de lágrimas de espanto, del violento canto
de tu cuerda y de la mía, del cansancio,
me veo y te veo pedir auxilio.
Auxilio: a las nubes que salpican
su sudor bien despacio.
Auxilio: a la tecla que me trae tu sonido,
tu tardanza y tu retraso.
Auxilio: a mi sed, al agua de tu vaso.
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